
Mis torpezas se pasan de listas, mis enojos no pierden la calma y siempre que quedo preso de amores llega un idiota y paga la fianza. Mi apellido se harto de mi nombre y aunque tus labios me recomiendan, ya ni tus besos me dan la hora. ¡Sera que alguien dejo por error su pesadilla en mi almohada!
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