
Y un día llega la persona. Y ahí, aparecen los dos grupos: los invisibles y los imposibles. Porque cuando vos estás pensando en el imposible, el invisible pasa a tu lado y no lo ves. Cuando el imposible no te mira, vos tampoco mirás al invisible, y el invisible siempre te ve. Te ve, siempre te ve. Y vos, mirás para otro lado, hacés la vista gorda de las cosas y no te das cuenta. O no te querés dar cuenta. Es más fácil y divertido perseguir al imposible, imposible que no te va a ver. El imposible ve, y cuando ve, se transforma en invisible. Pero para vos, sigue siendo imposible, porque ve, pero mira para otro lado, y vos no estás ahí. Mientras pasa todo esto, el invisible te sigue mirando, te espera. Y te habla, y si te habla, es quizás más invisible. Y cuando te dice algo, vos pensás en el imposible. Y el imposible está mirando otra cosa. Y cada vez que vos estás pensando en el imposible, el posible te pasa por al lado y vos no lo ves, simplemente no lo ves. Y cuando caes en la cuenta de que el imposible es realmente lo que es, el invisible ya no piensa más en vos, no te ve más. Y vos ahora sí lo ves. Y los roles empiezan a cambiar. Vos sos el invisible y el que antes lo era para vos, ahora, es un nuevo imposible. Las oportunidades están siempre al alcance de nuestras manos, son ésas personas que no queremos ver porque quizás se dejan ver demasiado. Y cuando ya no les interesa seguir siendo alguien para vos, vos, dejás de ser alguien para ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario